
USUALMENTE suelo hacer notas de cada Gran Premio. He sentido la necesidad de llenar ese espacio que tengo en la sección de “Deporte Motor” de esta página desde que arrancó la pretemporada en Bahrein. Sin embargo, este fin de semana en concreto me ha ocurrido algo que desde que me considero corresponsal de la fórmula uno no me ocurría: no había nada interesante que reportar.
Mientras veia el gran Premio en mi trabajo y enfocaba mi atención en la tabla de tiempos la emoción se fue desvaneciendo hasta que finalmente las últimas 10 vueltas llegaron. Pensé que todos irían a por el riesgo, que alguien de los punteros empujaria, pero al ver la situación de Oscar Piastri tras su toque con Carlos Sainz, y que George Russell sentenció el ritmo con ese stint ridículo de 77 vueltas con el neumático medio dije: esta es la carrera más aburrida que he visto hasta la fecha.
Y aquí estamos, en mi sección de opinión, hablando como Fernando Salinas directamente al espectador, en lugar de tomar el rol de relator de los sucesos que ocurren desde el garaje para tomar la pluma y escribir un poco más personal todavía.
El Gran Premio de Mónaco es esto, así ha sido siempre y seguramente lo seguirá siendo. Aunque la FIA se las arregle en 2026 y en el futuro para reducir el tamaño de los monoplazas, las calles angostas del principado no aportan muchos adelantamientos, así que ese argumento tan rebuscado y simplista para desprestigiar al Gran Premio -o uno, en opinión de la mayoría- más icónicos del calendario está de sobra.
Para encontrar una explicación más nutritiva al tema debemos regresar a lo que ocurrió el Domingo y me refiero a esto:
No solo propició la baja injusta de Checo Pérez y Kevin Magnussen, además, condicionó el resto de la carrera impidiendo esa parada de pits necesaria. Hay que sumar también la nula degradación de los neumáticos pirelli, ya que un C4, el segundo compuesto más blando de la gama que hay en este año, fue tan resistente que después de 70 vueltas, George Russell pudo tirar de él para evitar un posible rebase de Max Verstappen. Ridículo, aunque no impresionante, pues en Miami ya nos había sorprendido que en condiciones controladas el neumático se comportaba como una piedra, a pesar de los 50°C que tenía el asfalto. La FIA tuvo la oportunidad de deshacerse de este proveedor el año pasado y ha pasado todo lo contrario, lo tendremos hasta 2027.
Como jugada de marketing está bien. Medio mundo que ve la competencia estará pensando cambiar sus neumáticos por unos pirelli para que rindan como mínimo 3 generaciones, sin embargo, para el deporte es pésima idea competir con unas piedras que no se inmutan ante las máximas condiciones.
Si en Lusail, Silverstone o Zandvoort, circuitos muy exigentes, el rendimiento es como en Miami, no sé qué va a suceder en 2025 con estos neumáticos inmortales.
Lo cierto es que Mónaco no debe retirarse del calendario. En 75 años, los muros y calles del principado se han llenado con nombres de leyendas como Senna, Schumacher, Hill y Prost. Esa es la esencia de ahí, esa magia que ha pasado por generaciones y ha convertido a la Fórmula uno en lo que es hoy.
No saben la cantidad de comentarios negativos de la audiencia y de pseudo expertos en torno al tema, apelando a la idea de que debe existir un cambio, que debe existir más espectáculo y no una procesión. A ver, Mónaco siempre ha sido así. Siempre ha tenido la mejor qualy y la peor carrera de la temporada -aunque en 2023 Austria y Abu Dhabi lo fueron aún más-.
Las sesiones de libres también son un deleite, ya que desde el comienzo deben intentar los mejores ritmos para darlo todo en la clasificación ¿Quién no recuerda la pole de Verstappen el año pasado cuando todos ya festejaban a Alonso? Dentro del margen del reglamento el único ajuste que YO haría es obligar a los equipos a hacer una parada de pits extra, independiente de las banderas rojas que puedan haber. Si tan solo una parada de pista hubiera ocurrido, las estrategias se hubieran basado en el momento adecuado, y no alrededor del stint de un piloto.
Que ahora la audiencia relativamente joven y novata en este mundo desconozca estos datos, no debería sustentar la idea de que el circuito no es para la F1 de hoy.
Dejando un lado la polémica y una carrera cuestionable, el resultado no lo ha sido y después de más de 35 carreras y casi dos años desde Austria 2022, Charles Leclerc ha sumado su sexta victoria y mejor aún, en casa, siendo el primer monegasco en ganar en la era de la F1, y el tercero para Ferrari desde Vettel en 2017 y Schumacher en 2001.
“Il Re Di Monaco” se ha apoderado de los titulares de todos los medios con justa razón.
En una visita a su pasado, el monegasco repasó las memorias que hizo con su padre. El crecimiento profesional y espiritual que lo llevaron a convertirse en piloto de la máxima categoría y de Ferrari, mientras recorría los últimos metros de las calles que lo han visto crecer a lo largo de 26 exitosos años de existencia.
La tercera fue la vencida. Ferrari le debía a Leclerc ganar esta carrera. Un aplauso merecido para Bryan Bozzi, su ingeniero de carrera quien suma un exitoso segundo fin de semana, y un abrazo para Freud Vasseur, que ha reparado todos los errores de Binotto para convertir al Cavallino Rampante en la próxima escudería dominante. Con la inminente llegada de Hamilton en 2025 y una nueva ola de empleados, se viene un aire fresco para los de Maranello y quizá, solo quizá, un dominio al mero estilo de Schumacher, la última gran estrella.

¡Viva Mónaco y Ferrari!
Vayamos a Montreal. 🇨🇦
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