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Redacción

Certificado de vacunación, ¿Qué tan bueno o malo es que se vuelva obligatorio?


Luis Germán Aguirre González

Nos encontramos en los primeros días del 2022, y pese a que se deslumbraba en este periodo el fin de la pandemia, parecería ser todo lo contrario, con el reciente positivo de AMLO, y el aumento de contagios en diferentes estados, la contingencia sanitaria está lejos de acabarse.


Los medios masivos de comunicación no han resultado de mucha ayuda, en cierta parte, por sus diferentes notas en dónde, casi de manera morbosa, exponen casos particulares de personas que aún estando vacunadas, han fallecido o se han visto envueltas en cuadros graves de Covid. Acrecentando el pánico y la ansiedad general, a esto se le agrega los cada vez más tardíos avisos por parte de la OMS respecto a las medidas que deberán tomar los países para evitar la propagación de este virus. El panorama se va haciendo cada vez más difuso mientras somos bombardeados de este tipo de noticias, mientras recién comenzamos el presente año.


No negamos la situación crítica de algunos estados y/o países, pues es un hecho que el acaparamiento de vacunas por parte de las potencias mundiales ha generado un malestar global, que irónicamente ha provocado la variante Delta del Covid-19 (la misma tuvo sus orígenes en el continente africano, uno de los más olvidados a lo largo de la contingencia sanitaria y que solo ha vacunado gracias a las donaciones que hacen otros países, cuando ellos tienen el mismo derecho de acceso a las vacunas). Pero es menester comparar la situación actual a la que enfrentábamos a mediados del 2019, ¿Cuántas publicaciones no había de gente formada para conseguir o recargar un tanque de oxígeno? La desesperación y la angustia se percibía todavía en fechas decembrinas de aquellos oscuros años, donde varias familias estuvieron esperando por su familiar en los fríos pasillos de hospitales saturados, o endeudándose para cubrir el gasto de un tanque de oxígeno: Santa Claus y Reyes magos no llegaron a los hogares, y muchos se despidieron sin saber que no regresarían.


En la actualidad, la gran mayoría de la población ya cuenta con alguna de las dosis de las diferentes vacunas que circulan a lo largo y ancho del mundo (Pfizer, Astrazeneca, Moderna, CanSino, Sputnik V, entre otros), y esto ha representando un avance fundamental para poder aspirar a regresar a nuestras actividades de un modo cercano a como era antes de la pandemia: la confianza iba restaurándose. Y aún cuando científicamente esta comprobado que estar vacunado disminuye en una manera notable el riesgo de ser hospitalizado o tener un cuadro grave de Covid, muchas personas optaron por no tomarla; la situación fue empeorando conforme figuras sociales fueron optando posiciones que eran, en cierta parte, irreales y controvertidas, tal es el caso del cantante Miguel Bosé, que aún cuando su madre falleciera de Covid, se mantuvo en la postura de no vacunarse y fue más allá, invitando a la población a no hacerlo. Los ejemplos no se agotan, Letitia Wright (quien fuera la hermana menor en la película “Black Panther”), Joshua Kimmich (jugador de futbol alemán del equipo “Bayern Munich”) y Kyrie Irving (jugador de NBA de los “Brooklyn Nets”) han hecho el mismo llamado: la vacunación es un error, y puede generar una afectación a futuro. En un mundo completamente globalizado, esto representó un golpe durísimo a la vacunación global, millones de personas decidieron no tomar la vacuna y ello no solo significó un riesgo para ellos, sino para sus países de origen: el viejo continente ha recaído nuevamente, Alemania, España, Italia, Francia, entre los más destacados, se han visto nuevamente inmersos en una nueva oleada de contagios, llegando a hospitalizaciones.


México no ha sido la excepción, y ya se está sintiendo una nueva amenaza de contagios masivos. Los factores están en contra; muchas personas no cuentan todavía con vacuna (sea por decisión propia, o por factores económicos y sociales), el sistema de salud es insuficiente y existe necesidad de salir (siguen siendo pocos los afortunados que trabajan desde el hogar). En este contexto, Jalisco ha tomado una medida que ha sido duramente criticada en Francia e Italia: es necesario presentar el certificado de vacunación para acceder a ciertos espacios –con la diferencia que en México se ofrece la posibilidad de mostrar una muestra PCR negativa-.


¿Qué tan bueno resultaría hacer obligatoria la vacuna? Ciertamente estamos hablando del cuerpo de cada uno, una decisión que debe ser personal. En el campo jurídico tenemos muy pocas opciones, se tiene el derecho a libre personalidad del individuo, esto implica el concederle todas las libertades para su óptimo desarrollo como ser humano, ¿La suspensión de derechos fundamentales que enmarca el artículo 29 constitucional, sería aplicable? Si el derecho de uno termina donde comienza el del otro, ¿No sería un riesgo que el otro no se vacunase porque podría infectar y agravar la situación en su comunidad? Estamos en terreno pantanoso, la población europea se ha mostrado en contra de tal situación por diferentes motivos: vacunarse puede representar un riesgo en la minoría de la población por tener alguna enfermedad crónica previa o malformaciones genéticas que puedan tener un efecto adverso; los otros, sencillamente porque no creen en el resultado de la vacuna, o incluso, dudan de la existencia del propio virus (no hace falta recordar ese penoso momento)


Bueno o malo, correcto o incorrecto, necesario o no, no debemos olvidar que la vacuna representa una oportunidad de enfrentar la actual pandemia y de poder sobrellevar la propia enfermedad, el hecho de que el Estado se vea en la necesidad de hacer obligatoria su aplicación es porque no desea que la hospitalización sea la primera y única opción que tengan sus ciudadanos, que ésta solo sea para los casos graves y excepcionales que los noticieros se empeñan en mostrarnos, como si no hubiéramos enfrentado alguna pérdida familiar. Un sistema de salud, como el de México, no soportaría nuevamente regresar a aquellos álgidos días del 2019, donde se aplaudía la labor de las y los médicos y enfermeros que estuvieron en primera línea combatiendo a la enfermedad aún con las carencias y las jornadas inhumanas que tuvieron que enfrentar (miles de ellas y ellos han sido despedidos, ¿Es esto justo?).


Es cierto, las vacunas no impiden no contagiarse, pero analicen su entorno, ¿Cuántos han bromeado, ahora que ya están vacunados, que el covid se siente como un muy buen resfriado? ¿Cuántos más, aún enfermos, siguen en sus hogares y no esperando en el hospital una camilla para esperar un destino incierto? ¿Por qué el servicio militar sí es obligatorio, y muy pocas voces se alzan en contra de esto, mientras que la vacunación no aún cuando puede traer más beneficios?


Luis Germán Aguirre González es miembro y secretario del Comité Valles Centrales del Ateneo Nacional de la Juventud, capítulo Oaxaca


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