Por: Fernando Salinas
El racismo no da para más.
El potencial que tiene Vinicius desata lo peor que hay en los aficionados: la envidia.
No estamos aquí para decir que fue lo que ocurrió en el partido del Domingo, estamos para condenar enérgicamente las agresiones que se dan en los estadios.
Y no, el hecho de que los futbolistas se deban a su afición supone que soporten semejantes insultos, que desde el comienzo superan el límite del juego y la pasión.
Se agradece infinitamente a compañeros del gremio, directivos y medios por condenar los actos ocurridos, y es que si bien en tiempos pasados figuras como Neymar tuvieron que soportar insultos, no significa que los tiempos se resisten al cambio.
Los cambios se tienen que hacer desde ya.
Desde el momento que la afición hace comentarios racistas, el partido debe suspenderse.
Y lo mejor que puede seguir haciendo Vinicius es defenderse y alzar la voz. Ojo, no con actos violentos, no caer en la provocación, sino llevar a cabo una buena mezcla entre sentimiento y métrica para elaborar un mensaje en torno a esta situación.
Que si bien, el altercado que llevó a su expulsión estuvo de más y no se justifica para nada (ya que hay gente por ahí defendiendo su reacción), no podemos echarle la culpa a Vini de algo que se veía venir conforme los meses han pasado.
Es necesario que los directivos arreglen o implementen medidas reales y efectivas. Y aunque Tebas dice que se están implementando medidas, la realidad es que no se notan esos supuestos esfuerzos. Las denuncias que según él se han llevado a otras instancias se archivan, los escándalos se olvidan, pero, ¿en los jugadores las palabras de odio esto se puede hacer? ¿O persiguen al deportista como lo hace el bullying?
El Madrid ardió y se aplaudió su comunicado señalando las deficiencias de la LaLiga, una de aparente "primer mundo".
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