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Fiebres de fin de año - Martín Vásquez Villalnueva @martinvasquezv


Martín Vásquez Villanueva


Diciembre es una fecha inusual para la Copa Mundial de Futbol. Sabemos que esto se decidió así por el clima de la sede, Catar, en plena península arábiga, que apenas durante estas fechas se vuelve soportable para hacer deporte. De cualquier modo, la fiebre futbolera no tiene temporada y siempre se enciende.


Es cierto que la selección mexicana no llegó a diciembre. Olvidémonos del quinto partido, ni siquiera llegó al cuarto en esta ocasión, algo que no ocurría desde el fatídico 1978, cuando nuestra selección perdió todos los partidos de la fase de grupos. Ahora no estuvo tan terrorífico —uno empatado, 0-0 contra Polonia, con la atajada de Ochoa al penal de Lewandowski; uno perdido 0-2, contra Argentina, ¡otra vez!, con el gol de Messi al minuto 64 y su asistencia para el gol de Enzo Fernández al 87, y uno ganado, 2-1 contra Arabia Saudita—, pero no alcanzó, por la diferencia de goles. Quedan en la memoria el llanto de Alexis Vega al escuchar el himno nacional antes del primer partido y el golazo de Luis Chávez contra la meta saudí, el 2-0 al minuto 53, un tiro libre directo que colocó en la escuadra izquierda y que permanece hasta ahora como el gol más potente del campeonato, un zurdazo a 121.7 km/h.


Tras el sonado fracaso de la selección no hemos dejado de rasgarnos las vestiduras, buscando responsables por todas partes. Que si fue culpa del director técnico, el tan criticado Tata Martino, por su elección de jugadores y su estrategia especulativa; que si los culpables son los directivos del futbol mexicano, que han hecho de la liga de futbol un paraíso para los jugadores extranjeros y un purgatorio para los nacionales; que si la causa fue que los jugadores no supieron estar a la altura. Hasta el Presidente Andrés Manuel López Obrador se ha visto involucrado en el asunto. En su conferencia mañanera del pasado viernes le preguntaron si el gobierno federal no podría hacer algo por reducir el número de jugadores extranjeros en los equipos de la liga mexicana de futbol, visto que alguna vez existió un decreto presidencial que limitaba el número a cinco en provincia y cuatro en la capital del país. “Se les puede sugerir a los de la Federación de Futbol, pero para no imponer nada, sino convencer o persuadir […] Es una sugerencia que podría no ser bien vista, pues me imagino que se debe utilizar como excusa el que baja el nivel si no traen extranjeros y la gente ya no va a los estadios.” Habrá que ver qué decisiones se toman y qué tan creativo sea el proyecto que se plantee para el nuevo ciclo de la selección nacional de cara al próximo Mundial, del que México será una de las sedes, junto con Canadá y Estados Unidos, pero lo cierto es que mientras tanto el precoz naufragio de nuestro futbol en Catar ha provocado un gran desaliento en un país tan recalcitrantemente futbolero.


Todo lo cual no obsta para que podamos gozar de la fiebre del futbol en los encuentros que faltan por verificarse. Los cuartos de final de la semana pasada fueron magníficos y sorprendentes. Brasil, que ya se sentía campeón del mundo de la mano de Neymar, fue eliminado en penales por una Croacia irreductible capitaneada por el guerrero Luka Modrić. La Argentina de Messi eliminó a Países Bajos, también en penales y con polémica incluida, por el hostigamiento final de los neerlandeses y la respuesta burlona de los argentinos una vez conseguido el pase. Marruecos, el primer país africano en llegar a las semifinales de un Mundial, dejó al mundo estupefacto y asistimos a la triste despedida de Cristiano Ronaldo de su último mundial, uno de los grandes jugadores de todos los tiempos. El duelo entre Inglaterra y Francia no tuvo desperdicio, tal vez el partido mejor jugado hasta ahora en el torneo, con el triunfo de los galos tras un penal fallado por el capitán británico Harry Kane.


Ya nos frotamos las manos pensando en las semifinales, de pronóstico reservado —mañana Argentina contra Croacia y el miércoles Francia contra Marruecos—, pero la fiebre del futbol no debe hacernos olvidar las otras fiebres de fin de año, estas sí de consecuencias potencialmente graves: aumentan los casos de COVID-19, influenza y virus sincicial respiratorio, siendo este último la mayor causa de infecciones respiratorias agudas en los niños, aunque afecta a todas las edades. Los servicios de urgencias vuelven a estar saturados y hay un número creciente de personas hospitalizadas, por lo que no hay que bajar la guardia y restablecer las medidas de prevención que ya todos conocemos: lavado frecuente de manos, sana distancia, evitar aglomeraciones, uso del cubrebocas en medios públicos de transporte y espacios cerrados.


Si el clima de Catar es propicio en estos días para desatar la fiebre del futbol, aquí en nuestra tierra el clima decembrino para lo que es propicio es para hacernos proclives a las fiebres por infecciones respiratorias agudas. Cuidémonos.

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