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Juventudes y política #Opinión


Cristian Salazar Herrera

Economista y analista político


Cada vez más se hace notar el hartazgo que tenemos las personas jóvenes hacia las estructuras que nos marginan, oprimen y violentan; desde el acoso que sufren las niñas, adolescentes y jóvenes en las aulas, hasta por el modelo económico-social que nos ofrece mínimas esperanzas de un trabajo estable, vivienda digna y decorosa, acceso a servicios salud, entre otros derechos.


Pese a que las personas adultas nos tachan de ser rebeldes e indiferentes al mundo que nos rodea, la realidad es que, como nunca, las personas jóvenes hemos señalado y visibilizado diversos problemas estructurales que nos afectan, por ejemplo, la violencia de género, la discriminación, la explotación de los recursos naturales, la falta de oportunidades educativas y laborales, etc. No solo eso, también hemos aprovechado las facilidades que nos ofrecen las tecnologías para organizarnos y desarrollar alternativas de solución, esto es, desde una charla virtual hasta la realización de proyectos que reúnen a instituciones públicas, privadas y de la sociedad civil.


Día a día, y en cada espacio donde nos desarrollamos, las personas jóvenes hacemos política. Frente a cada problemática, alzamos la voz y buscamos que se nos incluya en las soluciones. Cada vez con mayor frecuencia, las y los tomadores de decisiones se ven obligados a voltear a vernos e incluir la perspectiva de juventudes en sus políticas públicas. Lo anterior contrasta con aquellas opiniones que señalan que las juventudes no participan activamente en la política. Y es que, desde su visión, somos ajenos a la política por no militar o simpatizar con un partido, por no asistir a marchas y mítines, o por no seguir ciegamente a una figura del ámbito político.


En primer lugar, nuestra manera de hacer política no se reduce a formar parte de alguna agrupación política; en segundo punto, dentro del sistema de partidos no existen propuestas acordes a nuestra manera de pensar y actuar. Los mismos rostros de siempre, con las mismas agendas. Nadie abandera nuestras causas.


Las juventudes y el sistema de partidos no están destinados a estar separados, al contrario, existe una amplia oportunidad de que nazcan agrupaciones que genuinamente reúnan y luchen por las causas de las juventudes y aquellos grupos que han sido vulnerados; de igual manera, dentro de aquellos partidos consolidados, y como ocurre en otros ámbitos, las juventudes con ideas progresistas deben de hacerse de aquellos espacios de dirección y abanderar nuestras luchas.


Sigamos haciendo más y mejor política, que nadie más tome decisiones por nosotros.

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