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Oaxaca y Estados Unidos - Martín Vásquez Villanueva @martinvasquezv

Actualizado: 26 oct 2021


Martín Vásquez Villanueva - @martinvasquezv


El pasado jueves 22 de octubre dio comienzo el “Mes de Oaxaca en Estados Unidos”, un conjunto de actividades para difundir en el país vecino las tradiciones y la riqueza cultural de nuestro estado. El punto de partida fue la develación de dos monumentales alebrijes en el emblemático Rockefeller Center de la ciudad de Nueva York, con la presencia del embajador de México en Estados Unidos, Esteban Moctezuma, el cónsul general de México en esa ciudad, Jorge Islas, el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat y su señora esposa, Ivette Morán de Murat, y los autores de la vistosa artesanía, los ya famosos Jacobo y María Ángeles, de San Martín Tilcajete. Durante el mes en cuestión se presentará un altar de Muertos en el Instituto Cultural Mexicano de Washington D.C., además de que habrá representaciones de la Guelaguetza y la Calenda, y muestras de gastronomía y productos oaxaqueños.


De esta manera, Oaxaca se convierte en el primer invitado de la Embajada de México en Estados Unidos, en el contexto de una ambiciosa agenda de promoción cultural, turística y económica que impulsa el embajador Moctezuma. Pero, más allá de eso, lo que se pone de manifiesto es la sinergia con el Presidente de la República que ha cultivado el gobernador Alejandro Murat, que en este caso ha tenido la claridad para comprender que el futuro post pandemia y la reactivación económica de nuestra entidad exige luchar con energía por las oportunidades de inversión internacional y la apertura hacia el mercado estadounidense.


Por eso, no es casualidad que la misma semana pasada y como preámbulo a la inauguración de los eventos mencionados, el gobernador Murat haya recibido al embajador estadounidense Ken Salazar en visita de trabajo a Oaxaca y, en particular, al Istmo de Tehuantepec. En la rueda de prensa conjunta el embajador Salazar se refirió al enlace cultural, histórico y económico de los dos países, y dijo que estaba aquí en un viaje de investigación y aprendizaje para idear “cómo los pueblos de México y también de Estados Unidos podemos crear oportunidades conjuntas”.


Es también significativo que al día siguiente tanto el gobernador Murat como el embajador Salazar hayan viajado a Tabasco para participar en una reunión con los gobernadores de las entidades que conforman el sur-sureste de nuestro país, poniendo de relieve la importancia creciente de esta región a todos los niveles. Queda claro que el corredor transístmico está llamado a ser el motor del desarrollo regional, atrayendo inversiones tanto del espectro nacional como del internacional.


Tampoco hay que olvidarnos de que, como reconoció el embajador Salazar en su visita, hay una amplia población oaxaqueña al otro lado del Río Bravo. “Tenemos una población aquí —comentó— de cuatro millones, pero los hermanos, hermanas, primos, hay dos millones y medio en los Estados Unidos.” Ya hemos hablado en este espacio de la gran participación en el desarrollo del estado que tienen las remesas que envían mensualmente nuestros hermanos, una forma de inversión que es testimonio de la fuerza de la familia y de una solidaridad fundamental para la economía de Oaxaca, y también una forma de relación transnacional que se complementa de diversos modos con los procesos de la diplomacia oficial cuyos frutos estamos viendo ahora.


El “Mes de Oaxaca en Estados Unidos” es sin duda una buena noticia en medio de esta pandemia que afortunadamente va a la baja. Hay que reconocer la gran visión del gobernador Alejandro Murat y la motivación del embajador Esteban Moctezuma por hacer este encuentro con un verdadero cuidado en todos los detalles, tanto en Nueva York como en Washington, para que las principales cabezas de los inversionistas y del poder político estadounidense estén al pendiente de lo que Oaxaca ofrezca en estos días. Los alebrijes gigantes que engalanan ahora mismo el corazón de Manhattan —“Chequen esta maravilla”, escribió Joaquín López Dóriga en su cuenta de Twitter— se erigen así en símbolos de orgullo y esperanza para todos los oaxaqueños, tanto para quienes vivimos aquí como para quienes conforman la extensa y activa comunidad migrante en Estados Unidos.



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