Por: Fernando Salinas // foto: X Cuenta oficial de la F1
RECUERDO CON NOSTALGIA uno de mis primeros trabajos de opinión “La fiesta del desierto”, el cual hice acerca del pasado mundial de fútbol de Qatar. Desde entonces, el rumbo de un futuro incierto de parte de su servidor se ha encaminado poco a poco profesionalmente. Camino que paralelamente -aunque salvaguardando distancias- me recuerda al que hacen los pilotos en la temporada para ser campeones mundiales. Cada circuito es una prueba superada en la que van de la mano los aprendizajes que se lleva el piloto como acto individual, así como todo su equipo de trabajo en ese impertérrita búsqueda de la perfección mecánica.
En la tríada para el camino de las poles, los podios y los campeonatos, se necesitan otros tres elementos: un monoplaza adaptado y desarrollado de la forma más equilibrada posible; un piloto sobresaliente; una estrategia adecuada al circuito; y evidentemente un poco de suerte para que un accidente como el de Checo, Hulkenberg y Ocon, por ejemplo, arruine todo.
Podemos decir que Max, su equipo de ingenieros y mecánicos han cumplido con lo antes mencionado de forma casi perfecta. Con el tricampeonato obtenido ni más ni menos en la misma ciudad donde hace unos cuantos meses la Argentina celebró su tercer título mundialista, Verstappen se ha unido al club de los tricampeones donde se encuentran otras leyendas como Brabham, Lauda, Piquet y Senna.
Con una Sprint casi perfecta, en la que Oscar Piastri se alzó con la victoria y eclipsó un poco la celebración del neerlandés, su coronación fue inminente. Solo en la cabeza de los fantasiosos podía pasar algo -y en caso de que así fuera- aun estaba la carrera de Domingo, misma que ha ganado sin dificultad alguna.
Esta ha sido una carrera espectacular, liderando nuevamente con una ventaja aplastante que le permitió hacer sus paradas a boxes de forma tranquila, tanto así que ni un mal tiempo de 4.1 segundos en una de ellas le hizo sudar a él, o al equipo. Además, fue el único de los 18 pilotos en competición que no pisó más allá de los límites de pista en una sola vuelta.
Situación contraria a la de su compañero.
Tras el accidente ya mencionado con el alemán y francés, el auto de Checo tuvo que ser reparado completamente. Chasis, pontones, radiadores. Todo fue reparado. Una lastima ya que según palabras del mexicano este auto no demostró el nivel suficiente -para los altos estándares del RB19-.
El auto no fue el único problema. Tuvimos en pista un piloto sin la suficiente claridad para largar de manera correcta en los límites de pista en los que incidió varias veces. Tres penalizaciones fueron la bala en el pie, que de no haber ocurrido, un top 5, e inclusive el podio eran opciones alcanzables.
El hubiera no existe, y preocupa la relatividad con la que el equipo más grande del momento está manejando esta situación. Dos posibles escenarios veo aquí: están confiados de la superioridad de Max o realmente el final del mexicano en la escudería está cerca. Aunque las palabras de Helmut Marko refuerzan la idea de contar con Pérez hasta 2024, recordemos que cuando las aguas están más tranquilas es cuando más cuidadoso y analítico se debe ser.
Si el final de Checo está más cerca que nunca en Red Bull, oscuro se mira el panorama en torno a él y al asiento que este representa, además de las nefastas consecuencias en marketing y ventas relacionadas a la marca.
Confiemos, una vez más, que Checo volverá más fuerte. Reconociendo sus errores, aceptandolos, y no echándole la culpa a las circunstancias. Muchos pueden decir que el accidente del día Sábado no fue su culpa, pero se pudo evitar, ya que un auto de esas características no pertenece a la sección de los lugares que peleaba.
Las palabras de Lando Norris son algo ciertas, y hoy por hoy, Checo debe demostrar por qué es -de momento- el subcampeón del mundo.
Por último, queda hacer énfasis en la victoria de Piastri el sábado, y a su P2 este domingo. El rookie está demostrando unos destellos que hace que la prensa lo está llamando el “Nuevo Verstappen”. Tampoco hay que exagerar, pero hay que seguirlo de cerca, de la misma forma que ya lo hacen otras escuderías.
Lando comienza a sentir la presión de tener un compañero igual de talentoso, pero, hey, si sus palabras se aplican a todos por igual, también debe demostrar que el piloto debe sacarle el máximo provecho al auto ya que ese es su trabajo.
Qatar nos dejó un sabor agridulce, con una presión física extrema y una intervención de la FIA más incómoda que beneficiosa, pero eso lo veremos en el próximo número. Mientras tanto…
¡Gracias por todo Catar! Próxima parada: Austin, Texas. 🇺🇸
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