Imelda Casablancas
Caminaba por el centro de la ciudad, tenía un poco de dinero para gastar en mí, así que fui recorriendo las tiendas que venden «cosas de mujeres», parece que hay una a cada paso que daba, entraba y salía de ellas encantada con todo lo que veía, en todas había objetos llamativos, labiales de todos los colores, esmaltes vibrantes, rimel para pestañas, que prometen alergarlas al infinito, rubores de todos los tonos para lucir mejillas sonrosadas. Espátulas para la mejor aplicación de mascarillas, brochas que harán que tú maquillaje luzca como las de los tutoriales, el paraíso de la cosmética. Oh, de pronto miro a otros estantes y me encuentro con productos en empaques coloridos, con dibujos y diseños llamativos, letras de trazos extraños que ni idea de lo que dicen, pero el dibujito de la envoltura dice "Vitamin C" y varias propiedades más, ¡el sólo verlos te dan ganas de llevártelos todos!
Mi encuentro con las "sheet mask", las famosas mascarillas coreanas, pero qué cosas tan monas, tomo una, una mascarilla de ácido hialurónico, la sustancia de moda entre las mujeres que promete ser tu arma en la batalla contra el tiempo, una envoltura linda, un azul marino que va degradándose y deja ver en una transparencia el contenido, una aparente tela en doblez y un líquido, que la hace verse interesante y al tacto se siente bastante agradable, puedes ver cómo oscila dentro del empaque la sustancia transparente, la tomo y reviso si por algún lado le han puesto el precio, lo encuentro, al reverso una pegatina verde fosforescente dice en tinta de bolígrafo azul $12, ¡no me lo creo, doce pesos! Llamo a una empleada para cerciorarme que no estoy alucinando, se acerca una jovencita, la chica toma el empaque y me dice: cuesta doce pesos, le agradezco y se retira, en mi interior estoy que grito de la emoción, ¡qué ganga por favor! Tomo la mascarilla de ácido hialurónico y otra de no recuerdo qué, sigo deambulando por ese oasis de la belleza que le sonríe a mi cartera con sus precios, entre luces y centímetros repletos de más mascarillas de tela, de todas las variedades, de frutas, verduras, miel de abeja, más ácido hialurónico, ¡de oro de 24 kilates! ¡Dios qué es este lugar que me hace feliz!
Habrán notado que ahora las mujeres ya no se maquillan con una brocha, no, ahora existen cientos de brochas y esponjas de formas y tamaños específicos y con funciones que todavía desconozco, bueno, tomo una espátula de silicón de un verde agua o pastel demasiado bonito, según deduzco de las imágenes del empaque —este utensilio al igual que las "sheet mask" trae la información e instrucciones de uso en trazos del mismo idioma desconocido— sirve para aplicar las mascarillas en crema sin tocar el producto con las manos, maravilloso.
No hay un sólo milímetro de esa tienda sin que esté invadido de productos para el cuidado de la piel, mascarillas en crema, en gel, sérums, espumas y toallitas limpiadoras, maquillaje en polvo, líquido, mousse, correctores en lápiz, líquido, sólido, labiales en barra, en lápiz, líquidos, iluminadores, brochas, esponjas... Y todo en trazos que no sé qué dicen y tampoco identifico plenamente el idioma hasta que en inglés encuentro la leyenda: Made In China,.. quizá sea chino el idioma que no entiendo para nada, pero que no me impide no comprender los dibujitos de las instrucciones de aplicación o uso impresas en los atractivos empaques.
En casa, feliz con mis compras, procedo a usar la glorificada "sheet mask" de ácido hialurónico, la deselvuelvo cuidando que no caiga al suelo ni una gota del elíxir de la eterna juventud que me ha costado doce pesos, es una especie de hoja, no de papel sino de algodón, ovalada con agujeros en la zona de los ojos y las fosas nasales, empapada del líquido transparente de consistencia acuosa, la sostengo con las yemas de los dedos índice y pulgar de ambas manos, por los extremos hasta que queda desdoblada, extendida toma la forma de un rostro, la coloco sobre mi rostro, acomodándola para que se ajuste al mío, terminada la maniobra, toca esperar la media hora requerida para que haga su magía. Debo confesar que se sintió bien, sentí mi piel hidratada esa noche y el resto del día, quizá fue un efecto placebo, no me causó ninguna irritación o lesión en la piel, la mascarilla venía en buenas condiciones, no hallé nada extraño aunque también he de admitir que no la revisé con detenimiento, era tanta mi emoción por usarla que sólo quería eso, usarla y relajarme.
De eso ya hace varios meses y, recientemente compré otras, en un arranque de «necesito cosentirme» y adquirí varios productos. En esta ocasión no fue en las tiendas del centro de la ciudad, que proliferan en cada esquina, sino con una conocida que tiene un negocio y, llegué otra vez muy feliz con mis adquisiciones, ésta vez compré más mascarillas, parches de hidrogel para ojos y un par de cosméticos, todos con la leyenda "Made In China". Esa noche le decía a mi sobrino que debería probar las mascarillas por sus múltiples beneficios y no olvidé mencionar lo mejor de todo aquello, ¡el precio! Como había una especie de evento de promoción del comercio local, había precios especiales, y las mascarillas costaban ¡DIEZ PESOS!, a lo que mi sobrino dijo: ¿Si son tan buenas, por qué son tan baratas? No es que no me haya preguntado yo lo mismo, pero qué me lo hicieran notar fue muy extraño, así que me estuvo dando vueltas en la cabeza esa pregunta, entré al infernal Google a buscar productos económicos, encontré un mundo de tiendas que venden esos productos a precio de mayoreo —un costo menor si compras varios ejemplares— los precios eran alucinantemente bajos, y comenzó a intrigarme otra cuestión, ¿sí esos comercios que me están dando precios bajos aún así obtienen una ganancia, entonces estás cosas cuánto cuestan en realidad?, de ahí me vino otra duda más: si esos productos pueden venderse a esos bajísimos precios, ¿cómo es que se fabrican? ¿Esas marcas son confiables?
Bastó cambiar la búsqueda y enfocarme en si las marcas existen, su autenticidad y si son confiables, para que saliera todo tipo de información, un titular de un conocido periódico español llamó mi atención con un artículo dedicado a una investigación acerca de las condiciones en que se manufacturan las mascarillas en Corea —según el artículo, en Corea se empacaban de un modo poco ético y a partir de la mencionada investigación que realizó una periodista las empresas mejoraron sus procesos de manufactura— decía que un usuario halló un cabello en su mascarilla, mientras que una influencer tenía una mascarilla con puntos negros, y, que eso es lo menos malo que se puede hallar en esos productos, esto lo leí en un artículo de El periódico El País España.
Luego encontré a una bloguera —aquí hago una observación ya que yo no suelo leer a este tipo de personas por cuestiones personales—, sin embargo, esta vez hice la excepción pues el titula era a manera de pregunta: «¿Realmente tus cosméticos son coreanos? Cuidado con las falsificaciones», en el blog koreanbeautydream la autora aborda el tema de los cosméticos y productos del cuidado de la piel falsos, hace incluso comparaciones de cómo se ven las imitaciones y los productos coreanos auténticos, y, en mi opinión, eso es lo de menos, también señala que esos cosméticos y mascarillas al ser imitación puede que no contengan los activos que dicen contener, o sea, podrías usarla sin obtener los resultados prometidos y los deseados por ti a falta precisamente de los ingredientes bueno, que no funcione por lo que pagas por ellas tampoco sería una sorpresa, que no contengan nada y solo sea «agüita», otra cosa atribuíble al bajo costo, hasta aquí no parece tan grave la situación, piratería hay por doquier, una vez leí que «los chinos lo único que no pueden clonar son almas», la parte alarmante viene cuando hace mención de lo que sí podrías encontrar en tus mascarillas, entre ellas sustancias peligrosas como mercurio, asbesto, plomo, cianuro, además de otras más desagradables como heces y orina humana, heces y orina de ratón, hongos, cabello y huellas humanas e insectos. Por su parte, El País España en su artículo menciona que podrías hallar bacterias, cabello humano, malos olores e insectos.
También describe el proceso de empaquetado, que era por demás antihigiénico, ya que menciona que, por cuanto hace a las sheet mask, éstas son empaquetadas por personas en sus propios domicilios, que no usan guantes de látex y hacen uso de un cartón como molde para el doblez de la mascarilla —al principio hablé de las características del empaquetado de la mascarilla que usé— y que lo usan una y otra vez sin esterilizarlo, también que, al hacerse en domicilios particulares si estas personas son fumadoras o no se recogen el cabello, podría ser la razón de que usuarios de estos productos hayan encontrado malos olores y cabello humano en sus productos. Tampoco omiten mencionar el pobre salario que reciben estás personas.
En el blog no sólo habla la autora de productos de skincare, sino de los cosméticos imitación o piratas, no me sorprendí del todo cuando en las imágenes de comparación aparecieron dos cosméticos que recién acababa de comprar y que hasta ese momento había usado una sola vez, lo que me impactó fue en la parte en que la bloguera asegura que ha sabido de personas que han sufrido lesiones en los labios por usar esos cosméticos y peor, va en aumento la cantidad de víctimas con quemaduras en la piel. Aquí fue donde tomé la decisión de no volver a usar esas tintas para labios que recién había comprado y las mascarillas continúan guardadas, sigo indecisa si usarlas o no, la primera vez usé dos y no me ocurrió nada, pero eso no quiere decir que el uso constante no cause algún daño, aunque tampoco que usarlas lo cause, considero que habría que analizarlas en busca de sustancias dañinas y entrevistar a usuarias que con el uso constante hayan presentado algún efecto indeseado.
Todo lo anterior lo digo porque hace un par de días, volví a esas tiendas, entré a varias y no podía creer la cantidad de mujeres adultas, adolescentes y amas de casa que suelen comprar cosméticos y productos para el cuidado de la piel atraídas por los precios de ensueño que te permiten tener acceso a productos similares a los que ven en las rutinas de belleza de mujeres famosas en redes sociales y, no dudo que muchas de esas mujeres se crean que esas marcas existen, que están adquiriendo un producto genuino por un precio de locura —como yo la primera vez y la segunda vez que compré las mascarillas y cosméticos sin saber lo que ahora sé —, sin cuestionarse la razón por la que son tan económicos y mucho menos las condiciones bajo las cuáles se fabrican, ni si pasan por un control de calidad.
Parece algo inofensivo, la piratería china parece omnipotente, sin embargo, no es lo mismo comprar una cartera de imitación que un cosmético u otro producto de cuidado personal que tocará directamente tu piel, la piel de tus ojos, tus pestañas, tus labios, tu cabello ,o que podrías estar ingiriendo —en una de las tantas tiendas virtuales también ofrecían vitaminas y suplementos alimenticios dudosa procedencia— sin saber lo que te estás poniendo y a lo que te estás exponiendo. La salud es importante y realmente me resulta increíble que se pueda lucrar con el bienestar de las personas, pues nadie te dice lo que estás comprando, de hecho, algunos comerciantes ofrecen esos productos como «originales» quizá porque desconocen lo que están vendiendo o tal vez con conocimiento de causa.
Si son fans del skincare coreano, y suelen adquirir los productos que venden en las conocidas como «tiendas chinas», procuren usarlos lo menos posible, en el mercado ya hay marcas reconocidas que fabrican "sheet mask" con ingredientes activos como el ácido hialurónico por un costo accesible, no tanto como las imitaciones pero tendrás la certeza de que lo que estás comprando pasó por un control de calidad y cumple con estándares de higiene. Lo mismo con los cosméticos, no hay necesidad de gastar demasiado para tener acceso a maquillaje de calidad.
El cliché del «digan no a la piratería» se hace presente, al menos a la que podría dañar su salud.
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