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OPINIÓN ll Que (también) sea derecho reparar - El Derecho a la Reparación


Pongamos todo en perspectiva // Carlos Villalobos


¿Cuántas veces cuando fallan los dispositivos o tecnología de nuestra vida diaria hemos pensado en comprar una versión nueva o más actualizada? Si cuentas con los recursos, el primer movimiento es adquirir uno nuevo, sino muy probablemente pensaste en repararlo por tu cuenta o mandar con un especialista lo más rápido posible para contar con ese bien de manera inmediata.


Con el avance de la digitalización de nuestra vida, aumentada por la pandemia en la que nos vemos inmersos, la reparación es, al menos para el caso mexicano, una conducta evidentemente natural. Con el avance de internet y la globalización, poder contar con herramientas de última generación y partes de repuesto ha generado que el remiendo sea parte de nuestro contexto, empujado principalmente por la imposibilidad de adquirir o reemplazar dispositivos regularmente, poder contar con la posibilidad es a lo que debemos considerar el derecho a la reparación.


Para sociedades de mayor holgura en cuestión de recursos, como la norteamericana o la europea, sustituir bienes es mucho más sencillo que reparar, sin embargo esto tiene que dejar de ser.


Mantener nuestros dispositivos, como teléfonos celulares, tendría que ser mucho más sencillo si tuviéramos acceso a instrucciones, esquemas y herramientas para reparar de forma más simple y que disminuya los precios.


La Ley del derecho a la reparación, es una propuesta que se ha impulsado a nivel global, que ha encarado a quienes ven en la reparación una alternativa no solo financiera, sino también ecológica, en contra de las grandes corporaciones que a través de maniobras extremadamente sucias propician la obsolescencia programada, que no es más que poner una fecha de caducidad y que nuestros dispositivos dejen de funcionar o presenten fallos a pesar de que íntegramente todavía cuenten con vida útil.


En México el derecho a reparar es algo que no está regulado, pero sí que es una práctica común, si no no pudiéramos explicar el boom de esos kioskos de reparación de dispositivos electrónicos de 10 años para acá y justo por ello tendría que ser abanderada en la cámara alta y baja de nuestro congreso el derecho a la reparación, para ampararnos ante agravios de las grandes corporaciones tecnológicas.


Recuperemos y conservemos dispositivos, démosle vida extra a dispositivos para que no solamente nuestros bolsillos y nuestras economías no se vean afectadas, démosle un respiro a nuestros ecosistemas, ya que el conservar la vida útil de nuestros dispositivos sin duda es un impulso para que haya menores daños en el ambiente. Reparar para conservar nuestra economía, para u impulsar la economía de técnicos independientes, para preservar el planeta, pero sobre todo para forzar a la compañías que nos ofrecen bienes se vean en la necesidad de generar innovaciones más poderosas, antes que solo dispositivos de otros colores, con características extremadamente similares entre dispositivo y dispositivo.


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